Nos gusta mucho salir al encuentro de la naturaleza y el descanso cada vez que podemos
Por eso, muchas veces solo por un fin de semana tomamos nuestra camioneta y salimos sin rumbo fijo
Esta vez quisimos ir hasta Puerto Saavedra, relativamente cerca a la ciudad de Temuco en Chile
Es un lugar que tiene un encanto especial para nosotros
Ya conté algo sobre él
Vió su apogeo hasta el año 1960 en que había un importante puerto allí, muy productivo y activo
Luego del terremoto y el maremoto que arrasó todo, poco se vislumbra de lo que alguna vez fue
La economía ahora es de subsistencia
Solemos ir a pasear, comer ricos pescaditos en sus marisquerías y algún buen “ curanto” que suelen hacer los fines de semana
Paseamos por sus playas…
Jamás entramos al agua porque además de ser extremadamente fría, es un mar muy fuerte y peligroso.
Pero caminar sus playas es muy placentero y en primavera las dunas se llenan de color
Era el principio de la primavera cuando decidimos hacer este viaje
Llegando a Puerto Saavedra había unos puestos de artesanías (algunos estaban aún vacíos),
En otros, varias mujeres vendían los trabajos que realizaban con las hojas de unas plantas que se dan en las montañas próximas, esperan que se sequen y las van trenzando
Con ellas hacen bandejas, porta macetas, y cestos de todo tipo
Me quedé mirando con la idea de regresar luego
Llegamos con la camioneta justo a la playa y bajamos de ella, para caminar un rato
Solo me alejé un poco y vi a una señora solita tejiendo frente al mar
Me acerqué a ella y me senté a su lado
Le di mi nombre y le pregunté el de ella
- Juana, me dijo...Me llamo Juana
- Juana, le pregunté ¿porque está tejiendo acá sola en vez de tener su puesto con las demás mujeres al ingreso al pueblo?
- Ellas me echaron, me respondió
Sorprendida, le pregunté ¿por qué?
- - Porque no quieren competencia y continúo diciendo…
” Si no vendo las artesanías que hago, en mi casa no alcanza el dinero para llevar la comida al plato”
Entonces, hace tiempo que yo vengo a este lugar y acá hago mi trabajo. De acá no me pueden echar
La gente siempre se acerca a comprarme algo
A veces vendo hasta más que ellas, porque yo estoy acá sola y a la gente le gusta acercarse a ver mi trabajo y conversar conmigo… como está haciendo usted
- _ ¿Usted me va a comprar algo?
La verdad es que no lo tenía pensado pero algo le voy a comprar Juana
Corrí hasta el auto a buscar dinero y algo le conté a Norberto al pasar… Comprale, me dijo… se lo merece…
Le compré varias cosas muy bonitas que aún tengo en casa y me quedé conversando con ella un rato
Era una persona mayor y me contaba que con mucho trabajo subía a la montaña a buscar
“los yuyos” que luego secaba al sol o colgadas sobre la cocina a leña, para realizar el trabajo
Me contó que tenía varios hijos y que algunos de ellos trabajaban la tierra en el rancho que habitaban
Que eran buenos hijos
Ya había pasado el mediodía y nos preguntó si no podíamos acercarla hasta su casa
Le dije que sí y subió con nosotros en el auto
Su casa no quedaba tan cerca como habíamos pensado, tuvimos que trasladarnos un largo trayecto hasta llegar al lugar en donde vivía.
Al pasar por un camino asfaltado nos señaló a un joven que iba con su yunta de bueyes y nos dijo… ese es Jacinto,
mi hijo mayor está llevando el carro para llenarlo de leña que luego vende
También tenemos otro carro en la casa, es para levantar las verduras de la huerta y llevarlas al pueblo para venderlas
En el verano nos compran mucho
A los bueyes los cuidamos mucho por que los necesitamos para todo
Muy cerca de su casa, pasamos por una enorme playa solitaria con enormes olas y señaló a un señor que estaba recogiendo mariscos… ese es Juan, mi marido
Él viene todos los días a recoger lo que el mar nos regala
El entorno era bellísimo y ella contaba su historia siempre riendo…
Y así nos despedimos de Juana...
UN VERDADERO CANTO A LA VIDA!!!!
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